Un día los niños volvieron del cole con un precioso poema que estaban aprendiendo en el colegio de una princesa que navegó al cielo para coger una brillante estrella para poder lucirla en un collar. El poema resultó ser el poema «A Margarita Debayle» de Rubén Darío que hoy tengo el placer de compartir.

Este precioso poema lo escribió Rubén Darío inspirado en Margarita Debayle, hija de su médico de cabecera. Parece que la familia Debayle le invitó a la casa que tenían de veraneo y allí, una tarde, la pequeña Margarita le pidió que le escribiera un cuento. Fue así como Rubén Darío escribió el famoso poema «A Margarita Debayle».

Aquí te dejo el poema y al final podrás oírlo completo narrado por un niño de 6 años. Espero que te guste tanto como a mí:

Margarita está linda la mar,
y el viento lleva esencia sutil de azahar;
yo siento en el alma una alondra cantar; tu acento.
Margarita, te voy a contar un cuento:

Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,

un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,Margarita, tan bonita como tú.

Una tarde la princesa
vió una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fué la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?»

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fuí a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad.»

Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar.»

Y dice ella: «No hubo intento;
yo me fuí no sé por qué;
por las olas y en el viento
fuí a la estrella y la corté.»

Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver.»

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí.»

Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar,
y el viento lleva esencia sutil de azahar:tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar un cuento.