Mi querido Juan,

Ya ha pasado otro mes, el mes de marzo, y aquí estoy de nuevo para contarte como nos va y todo lo que nos ha ido pasando a lo largo de estos últimos treinta y un días.

Desde que te fuiste de “viaje” nos hemos tenido que ir acostumbrando a esta nueva vida intentando hacer lo mismo pero de otra forma. Algunas cosas no nos importaban, incluso nos ha resultado divertido probar hacerlo de otra forma. Sin embargo hay otras que nos gustaba hacerlas a los seis juntos, como la piña que éramos y ahora nos cuestan. Entre estas están todos los viajes y celebraciones que compartíamos y que ahora nos toca hacerlas por primera vez los cinco.

Marzo pintaba intenso ya ante de empezar: final de trimestre de cuatro niños, partidos de baloncesto, visitas, médicos, renovación de pasaportes de los niños, la comunión de la mayor de mi hermana y la preparación de la Semana Santa. Y a eso añadimos la carga emocional de estar en  “tu mes” con dos celebraciones que han ido marcando los 14 últimos años: el día del padre y tu cumpleaños. Nada mal, para darle la bienvenida ¿eh?

Bueno, pues arranqué el mes con un sábado en el que me coloqué la gorra de conductor de Uber durante toda la mañana. Hice la ruta de las extraescolares a las que además del clásico de baloncesto y universidad, añadimos una parada extra en el cole para colaborar en la jornada de puertas abiertas del colegio. Una mañana preciosa en la que pasamos momentos de lo mas emotivos, pero al mismo tiempo agotador.  Así que a la hora de la comida justo me dio para que me dieran de comer. Aprovechando que el abuelo estaba en casa nos fuimos a comer un super hamburquesón y luego directos a casa para ver la clasificación de la formula 1. A mi siempre me ha chiflado, pero para mi sorpresa, este año Juan está de lo más enganchado y ya está más al día que yo en cuanto a coches, pilotos… lo cual me chifla. Tenemos una porra familiar y, contra todo pronostico, ni el abuelo ni Juan han ganado aún ninguna sola carrera. 

Como te comentaba al principio de la carta, fui a renovar los pasaportes de los niños que llevaban casi un año caducados. Había pedido cita con tiempo para que estuvieran todas las citas juntas. Llevaba todos los pasaportes y creía que iba a ir todo sobre ruedas, pero no. ¡No te puedes imaginar que desastre! Fui con los niños y los pasaportes antiguos, pensando que era todo lo que necesitaba para renovarlo. Y para mi sorpresa lo primero que me piden es la partida de defunción original (no les valía escaneada). Me quedé muda. Se me puso un nudo en la garganta, y no pude más que levantarme e irme. Se que tu hubieras dicho algo, pero no tenía ni fuerzas ni ganas. Y para cuando estaba fuera no podía dejar de llorar. La gestión de documentación está siendo agotadora y a poco que me ponen una pega tiro la toalla. Y yo me pregunto, en un mundo digital, en el que todos los ordenadores están conectados ¿no podrían facilitar las cosas cuando alguien pierde a su marido? 

A la media hora me llamaron para confirmarme que podía ir al día siguiente. Cuando llegué, pensando que ya tenía todo, resultó que además de los pasaportes tenía que llevarles el DNI. ¿El DNI? ¡Si sólo tienen once años y lo emiten ellos! No podía creerlo. Si con abrir el ordenador accedían a la información. Pero por más que se lo intentaba explicar no hubo forma. Menos mal que María me los pudo traer. Y aunque tardamos un poco más, salimos con todo hecho. He de decir que la funcionaria que nos atendió era encantadora, simplemente seguía el procedimiento. Resulta que era de Salamanca y en cuanto vio el apellido de los niños, empatizó tanto con la situación que acabamos llorando las dos. Finalmente salimos con los pasaportes listos para lo que fuera. No teníamos nada pensado, pero ya podía planificar lo que me apeteciera. 

El fin de semana vino Andrea, la hija de Andrés, con su novio a pasar el fin de semana con la abuela, y como llegaban tarde, se quedaron el viernes en casa a dormir. Los dos son ideales y pasamos una cena de lo más agradable. Podía sentirte sentado a mi lado, preguntándoles cosas del viaje, de sus estudios, interesante por lo que hacían… con esa atención y esa admiración que siempre tenías con los más jóvenes y las personas de otras nacionalidades. Pedimos pizzas de nuestra pizzería favorita y, para redondearlo, al día siguiente desayunamos con churros. 

El sábado era tu cumple, el 11 de marzo, el primero desde que te fuiste. Fue tan raro como el resto de los días y te eché de menos tanto como el resto de los días. Pero al ser un día especial, pues más raro aún, si cabe. Durante veinte años, celebramos juntos tu cumpleaños y todos tuvieron alguna sorpresa que empezaba a preparar, al menos, un mes antes. Me acuerdo el primer año que estaba yo en Bruselas, y aquel que te regalé una tarjeta de los sentidos en la que cada uno de los regalos se correspondía con uno de los sentidos. También me acuerdos de celebrar tu cumpleaños haciendo algún viaje: esquiando, en el extranjero… y como no,  el 11M en el que cancelamos la cena que teníamos preparada y, con el corazón encogido, pasamos pegados a la televisión viendo como las noticias nos iban dando los detalles del atentado… 

Así que este año, la costumbre hizo que el día once me despertase en medio de la noche y recordase con cariño, mientras miraba el hueco en la cama, las tantas noches que te desperté y te sorprendí con el regalo que tenía escondido debajo de la cama, o que te dejé la tarjeta para que tú lo buscases mientras yo dormía. Qué entrase en la cocina y echara de menos ver la pared llena de globos. Que los días de antes no quisiera salir de compras porque no quería pasar por las tiendas llenas de mensajes y regalos para el día del padre sin poder buscar un regalo con los niños para tí, ni preparar una estupenda tarta de chocolate, esa que tanto te gustaba de bizcocho de chocolate, rellena de chocolate y cubierta de chocolate… Se que el año que viene será distinto, pero este año la costumbre y los recuerdos de los últimos veinte años estaban demasiado cerca. 

Como cayó en sábado llevé a Juan a Estalmat. Luego fui a una reunión de padres y luego simplemente me dejé llevar. Para celebrar tu cumple pensé en ir en comprar una caja de chocolates de Pierre Marcolini, los chocolates belgas que tanto te gustaban, pues había leído que habían puesto una tienda en Madrid. Pero como la pusieron la quitaron. Así que terminé perdiéndome entre las distintas plantas de El Corte Inglés hasta que llegó la hora de buscar a Juan para llevarle al partido. No sé cuánto tiempo pasó. No importa. Simplemente estaba sola. No porque no pudiera haber quedado con alguien para tomar un café o dar una vuelta.  Simplemente quería estar sola porque no quería estar con nadie más que contigo… sentirte dentro de mi, en mi corazón, y sentirte en cada esquina. Recordar como me cogías del hombro y con el dedo me tocabas la clavícula. Ese dedo que te habías “trizado” con la puerta de pequeño, que se quedó colgando y te tuvieron que volver a colocar. Y desde entonces quedó girado. Recordar nuestros primeros paseos juntos por Madrid, las calles por las que paseamos, por las que íbamos cada primer domingo de octubre en el día de la bicicleta…  Este año hubieras cumplido 58. Seguro que hubieras tenido alguna canilla más y como te decía, seguro que te sentaban genial estarías más atractivo, ya que el pelo blanco te dulcificaba la expresión. 

El fin de semana siguiente nos fuimos con Andrés y con Sophie a Suxy. Como siempre, el viaje fue un regalo. Son maravillosos y nos tenían preparado un super plan de fin de semana. El sábado, que nos hizo bastante bueno (teniendo en cuenta que había nevado la semana anterior) tenían preparada una jornada a caballo. Empezamos preparando a los caballos y con lo que me gusta a mi cepillarles estuve un buen rato con dos de ellos, los más tranquilos ¡los deje preciosos!. Yo disfruté como una enana y los caballos también. Estaban felices.  El paseo fue distinto al último que hicimos juntos, era más entre los pueblos, así que estoy segura que le hubieras dicho a Andrés que te gustaba más ir por el bosque. Los peques iban todos a caballo mientras los mayores íbamos a su lado. Alisé sigue tan revoltosa como la ultima vez que la vimos, es un espíritu libre. Y menudo viajecito que le dió a Andrés. No hacía más que pegarse a él, y Andrés no hacía más que separarle. Era como un deja vú. Me quedé muy tranquila de pensar que se lo hace a todos ja ja ja. Estoy segura que si le hubiera llevado yo me hubiera vuelto a pisar.

Al día siguiente, como los más jóvenes habían salido por la noche, el desayuno pasó a ser un Brunch delicioso para después ir a ver las celebraciones de Carnaval. ¡¡No veas que divertido!! Por supuesto, antes Sophie, Jade, Tati y yo nos fuimos a por chocolate, y como era de esperar, me vine arriba: me llevé chocolate en todos los formatos y de todos los tamaños ¡por si acaso! A ver si nos vamos a quedar sin chocolate jajajaj

Ya de vuelta, me dieron una gran alegría y una gran sorpresa, la editorial Circulo Rojo que se había leído el borrador del libro que había ido escribiendo a lo largo de nuestro último año juntos, me escribió para confirmarme que aceptaban publicarlo. ¡¡No puedes imaginarte que emoción!! Es un libro intenso, duro, triste… no será divertido leerlo. Pero es un libro homenaje a ti, lo que has significado para mí y en el que hago las paces con todo lo que vivimos durante el último año. Un año duro, en el que el cáncer llegó a nuestras vida, nos hizo vivir lo peor, pero también nos trajo momentos especiales y sobre todo, una forma distinta de entender la vida.. 

Cuando recibí las condiciones para redactar el contrato, una vez más te eché de menos. Me hubiera encantado verlo juntos. De los dos, tú siempre fuiste el que más leías, el más correcto con el lenguaje, el que más medias el uso de las palabras, de las expresiones. Eras ingeniero, pero además te apasionaba leer cualquier cosa relacionada con el universo, le evolución humana, la historia, la política, el cerebro (esto ahora me resulta cómico), los clásicos, las aventuras… Y seguro que me hubieras hecho buenas recomendaciones. Así que mientras me sentaba en el ordenador, el que me regalaste el año pasado por el día de la madre, y mientras repasaba los textos, sentía que estabas a mi lado señalándome los fallos que veías y escuhando los comentarios que dirías. 

Un día, cuando fui a dar un beso de buenas noches a Juan, le comenté que sentía que estarías muy orgulloso de mí por haber sido capaz no sólo de escribir un libro, sino de publicarlo. Y que te echaba de menos. A lo que él me respondió que él también te echaba de menos. Y enseguida se le ocurrieron una de esas correcciones que solías hacer gramaticales en medio de cualquier conversación, por interesante que fuera, y nos reímos un montón. Y rmientras seguíamos recordando cosas, nos acordamos de la vez que se cayó de frente encima de un zarza, intentando coger moras. Tenía todo el cuerpo clavado de espinas y tú le dijiste que no pegase esos gritos, que no fuera exagerado. Ja ja ja  Es precioso ir viviendo como cada uno vamos recordando los momentos más bonitos que hemos compartido.

Y el último fin de semana del mes nos fuimos a Zaragoza con motivo de la comunión de Emma.  Fue un viaje express. Nos fuimos en el AVE los trills y yo en el día, con uno de esos operadores nuevos que están sacando billetes a precios baratísimos y que permiten viajar a muy buen precio. La celebración fue en la iglesia del colegio. Pero claro, cuando se lo comenté a los niños pensaran en algo pequeño, y cuándo llegaron y vieron la iglesia no se lo podían creer. Fue una celebración preciosa y emotiva. Emma estaba guapísima y luego nos fuimos a comer comida aragonesa muy rica.

Como ves, como siempre, no paramos. Algunas cosas voy improvisando, y otras las planifico con mucho tiempo, voy combinando. Y teniendo siempre muy presente algo que me pedías a lo largo del último año y que resuena en mí día a día: que me sentase y dejara de hacer cosas, que era mucho lo que llevaba encima…  Y cuando esto pasa, paro todo y me siento, porque sé que es justo lo que tengo que hacer. 

Porque aunque no pude evitar cambiar nada de lo que nos pasó y fui aceptando lo que la vida me iba dando para mantener el día a día sin pensar lo que tenía por delante, tengo que ser consiente que la vida nos ha cambiado, ya que los jugadores han cambiado. Y conforme la rutina va llegando, cada vez siento más intensamente que necesito encontrarme, reorganizarme y encontrar una nueva forma de gestionar el día a día y todo lo que tengo por delante. Una forma que me permita llegar a corto, medio y largo plazo. Cómo tú me solías decir “Tati, que tienes que durar mucho”. Ahora viene lo difícil, como hacerlo. Aun no lo tengo claro, imagino que es parte del proceso.  Pero tengo la fe y el pleno convencimiento de que lo encontraré. Sólo necesito tiempo.

Mientras, sigo hacia adelante con mi lista y super orgullosa de todo lo que hicimos juntos, sobre todo, de los cuatro niños maravillosos que tenemos y que se merecen todo lo mejor. No tengo muy claro, ni me planteo, si estoy haciendo las cosas bien, mal o regular, mejor o peor porque no puedo ser los dos. Pero te puedo asegurar que lo hago con todo mi amor, con toneladas de paciencia y conforme pasan los meses y empiezo a tener algo de perspectiva, siento que estamos un poco mejor.

Bueno, y en grandes lineas así nos fue en marzo. La carta del mes que viene ya la he empezado, para que no se me olvide nada, ya que viene llena de sorpresas.

Te mando un beso de todos, te queremos infinito

Tatiana