Hola Juan,

Perdón por el retraso. He tardado un poco más en escribirte pero es que diciembre ha sido, hasta ahora, el mes más intenso con diferencia. Y es que este año nos tocaba compartir diciembre contigo en el corazón, pero sin poder darte un beso ni abrazarte. Ha sido un mes de demasiadas celebraciones, demasiados recuerdos vividos antes y durante unas de mis fechas favoritas del año, la Navidad: recuerdos poniendo el árbol y haciendo nuestra foto de navidad. En la nieve, en las comidas familiares, en Nochebuena, en Navidad, en Nochevieja, en cada campanada de fin de año, en cada canción que sonaba por la radio, en cada kilómetro que hacíamos en la carretera…

No sé por dónde empezar, así que empezaré por nuestra tradicional foto de Navidad. Este año no me apetecía mucho bajar el árbol de la buhardilla porque siempre me ayudabas a bajarlo y, una vez que terminaba de decorarlo, con cierto toque de humor, me decías que si seguía poniendo decoración se acabaría cayendo. Así que había pensado hacer la foto de Navidad en el sofá. Pero cuando estaba organizándola Tatianita me recordó que siempre la hacíamos con el árbol de fondo. Así que, aunque me estaba resistiendo a ponerlo, antes de que me diera cuenta, ya lo habíamos puesto entre todos (y he de reconocer que quedó super bonito)

Y una vez puesto el árbol, hicimos la foto de Navidad, que un año más costó hacerla una barbaridad. Te diría que casi más que cuando eran pequeños ¡Qué desastre! Cuando no era uno era otro que cerraba los ojos, sino aparecía uno rascándose la nariz. Pero a ver… si la hacemos todos los años, si saben que no voy a parar hasta que salga bien la foto… digo yo que ¿porqué? Al final he llegado a la conclusión que sino, no sería nuestra foto de Navidad.

Sobre la calefacción, ya te conté el mes pasado un poco. Pues bueno, confirmado… este año hemos batido todos los récords. El tiempo ha ayudado bastante pero, sin lugar a dudas, los niños son mucho peor que tú y yo juntos. Después de ir agrupándonos hasta usar tan solo tres habitaciones (el salón, la cocina y la buhardilla), el día 12 de diciembre tras ver un pingüino por el pasillo… conseguí convencerles para poner la calefacción. Y así hemos establecido el nuestro récord, que estoy segura va a ser muy difícil de mejorar.

Nos fuimos a Zaragoza por Navidad y luego nos fuimos a esquiar con mi hermana. Y aunque no había mucha nieve, tampoco había mucha gente. Así que el balance fue bastante bueno y a pesar de las fechas, no tuvimos que esperar mucho tiempo para coger los remontes y esquiamos un montón. Y desde el primer instante, en cada una de las bajadas te sentía. Recordaba cómo me animabas cuando había muchas bañeras, como me esperabas cuado te adelantabas y desde abajo me decías “venga Tatianita”. A veces, miraba desde arriba y ahí te encontraba al final de la pendiente esperando. Y aunque no te veía, te sentía y sonreía mientras sentía el calor del sol en la cara. Los niños esquiaron y disfrutaron muchísimo y yo estaba convencida que, desde arriba, tú estabas disfrutando más que ninguno. Estuvimos por donde la nieve nos dejaba (porque no había muchas pistas abiertas). Fuimos dónde me caí, por donde me bajaron en camilla y se acordamos lo bien que lo pasamos ese viaje todos juntos. Y eso me hizo disfrutar aún más.

El otro día recordaba momentos del año pasado y de lo que te dolía pensar que ellos crecerían si ti, sin tu referente. Pero, como ves, es sorprendente cómo estás de presente en sus vidas, cómo sigues siendo su referente y cómo siempre lo serás. No les resulta fácil hablar, porque es doloroso, pero te aseguro que es un dolor lleno de amor. Un dolor que se alimenta de todo el cariño que te tienen y de la pena de no tenerte al lado, sentir tu cuerpo y escuchar tu voz. Pero aunque te echan de menos, poco a poco van encontrando la forma más cómoda de convivir con la realidad incambiable de que tú no estás. Y ese camino, que está siendo un camino de crecimiento para todos, es un camino personal y único que cada uno va recorriendo según su forma de ser: unos más en silencio, otros más explosivos. Pero un camino hecho desde el amor.

El otro día Alejandro me dijo que había hecho una carrera en el cole y que llegando al final ya no podía más. Por un momento iba a tirar la toalla porque estaba agotado. Pero entonces, sintió que estabas allí. Como tantas veces animándole, como el buen padre y entrenador que eras, motivandole a que siguiera adelante, que ya quedaba poco. Entonces siguió corriendo y llegó. Y aunque le hubiera encantado haberte tenido allí, te sintió a su lado, sintió que le mirabas, que le animabas y que le ayudabas a seguir corriendo, a seguir confiando en el y no tirar la toalla. Y para mi saber que ya ha empezado a apoyarse en ti de esta manera, fue mi mejor regalo de esta Navidad. Tati y yo estábamos escuchándole y no pudimos evitar emocionarnos los tres.

Tati ya sabes que es muy observadora y práctica. Así que se ha enfocado en sacar el curso adelante mientras convive con sus emociones, y está imbatible. No se le resiste ningún examen. Es pura constancia y superación y me recuerda mucho a ti porque nunca tira la toalla, ni se justifica. Como tú, hace lo que tiene que hacer. Y eso si, cuando tiene que llorar, ahí es como yo y hay que dejarlo todo, porque su llanto es interminable. Y aunque es feliz, se ríe mucho con sus compis del cole, disfruta de todo lo que hace y del deporte donde sigue brillando, tu princesita te echa de menos infinito y le encantaría que estuviera aquí.

Gon está intenso. Bueno, ya le conoces, siempre lo ha sido. Y muchas veces la intensidad de sus emociones le hace explotar. El otro día me digo que no sabía lo que le pasaba pero que estaba triste y enfadado. A lo que le contesté ¿cómo no vas a estar triste y enfadado? Es lo normal. Y es por algo muy bueno que es lo mucho que quieres a papá. Entonces le pregunté qué necesita, que le apetecía hacer. Y me dijo que quería estar tranquilo. Así que se quedó en su habitación y le comenté que sino quería cenar que no bajase. Sin embargo, al poquito salió y lo escuché jugando con sus hermanos. Y es que poco a poco va encontrando cómo ir conviviendo con lo que siente y aceptando que es normal.

De Juan, nuestro adolescente favorito, decirte que esta para comérselo. Noviembre fue horrible para él. Su dolor, su exigencia… era tan grande que no le permitían avanzar. Te echaba de menos, estaba enfadado con todo, y todo estaba demasiado cerca, necesitaba tiempo. Pero ya sabes que es listo e inteligente (no sólo en la parte lógica, sino también en la parte más emocional) y eso le esta permitiendo, con el tiempo, ir contextualizando y encontrando la forma con la que convivir con el hecho de que no estes a su lado. Intento que no haga mucho de padre y haga más de adolescente (cosa que le cuesta) y poco a poco veo que se lo va permitiendo, y entonces sonrío. El baloncesto le fascina y pasa muchas horas jugando. Eso le viene fenomenal para todo ¡qué te voy a contar a tí!

Y yo… aquí estoy, agotada tras una Navidad que ha sido demasiado pronto y no me apetecía nada. Con mil frentes abiertos y echándote infinito de menos mientras no puedo dejar de repetir la suerte que tuve de compartir 22 años juntos. No sé como iré avanzando, ni lo que la vida me deparará. Pero tengo la fe y la esperanza que si hasta ahora nos han ido pasado cosas maravillosas, nos esperan cosas maravillosas por vivir. Y que si antes tú eras mi mayor apoyo, ahora sigues siendo tú aunque de una forma nueva a la que me tengo que acostumbrar. Y esta certeza, este sentimiento que surgió el primer día, y que me hizo sentir que nunca estaría sola, me acompaña día a día. Porque es un regalo tenerte a mi lado aunque no te pueda ver.

Te quiero infinito, y lo sabes

El mes que viene más y mejor… Tu princesita