Había una vez un carpintero llamado Kishiro, que parecía tener su vida resuelta. Tenía un taller que funcionaba muy bien y una fantástica familia con una mujer que le quería mucho y dos magníficos hijos.

Un día el taller empezó a recibir menos pedidos y por lo tanto empezó a tener menos ingresos.El hombre intentó diferentes maneras para sacar su taller adelante, pero ninguna parecía darle el resultado esperado. Los problemas económicos se trasladaron a casa donde empezaron a aparecer grandes problemas y, para acabar de complicarlo, los niños empezaron a tener dificultades en el colegio.

El carpintero estaba desesperado y a punto de rendirse. Un día Kishiro decidió atravesar el bosque y visitar a un viejo sabio… Media hora después se encontró con el anciano que vivía en una casa muy sencilla de madera. El anciano le invitó a tomar el té y mientras el carpintero le contó todo lo que le estaba sucediendo.

Cuando terminaron, el viejo sabio que había escuchado atento y sereno a Kishiro, invitó al carpintero a la parte trasera de su casa.Allí tenía un helecho y un bambú plantados juntos a decenas de árboles. El anciano le pidió que observara ambas plantas y le contó la siguiente historia…

» Querido Kishiro, observa estas plantas. ¿Ves el bambú que ahora es muy alto y robusto? Hace unos años llegué a pensar que nunca vería la luz. Me gustaban mucho el helecho y el bambú así que decicí ponerlos en mi jardín y hace unos años planté unas semillas de helecho y unas de bambú. El helecho salió enseguida, con sus preciosas y brillantes hojas verdes. Pero el bambú no asomaba ni un poquito. Pasó un año y el helecho seguía creciendo y extendiéndose, mientras que el bambú seguía sin aparecer. Y así estuve esperando y esperando año tras año, regándolo a los dos por igual esperando que algún día el bambú apareciera.

Después de cinco largos años, cuando ya casi había dado por perdido el bambú, por fin empezó a salir. Empezó a crecer y a crecer rápidamente hasta que alcanzó los 10 metros, luego los 20… ¡y míralo ahora! ¡Es altísimo! Pero… ¿sabes por qué tardó el bambú tanto en salir al exterior?»

Kishiro pensó un rato pero no pudo dar con la respuesta.

«El bambú estuvo cinco años fortaleciendo su raíz, desarrollando una raíz grande y fuerte para poder crecer luego tan rápidamente y por eso tardó tanto en crecer»

El anciano contempló el rostro asombrado de Kishiro que se dio cuenta de que al fin comenzaba a entender el mensaje, y añadió

«Tanto el helecho como el bambú tienen un cometido diferente, y ambos son necesarios en el bosque. Nunca te arrepientas de nada en tu vida: los días buenos te darán la felicidad, te ofrecerán momentos dulces de brillo y éxito, mientras que los malos, los fallos te darán la experiencia, te fortalecerán, te harán más humano y humilde.

Recuerda, Kishiro: si no consigues aún lo que buscas, no desesperes. Tal vez estés echando raíces.»