Hoy hace 7 años nacieron Tatiana, Gonzalo y Alejandro. Nacieron en este orden y supimos quién era quien porque conforme salían el médico hacia algún comentario: la primera era «la niña», no había duda era Tatiana. Luego uno grandote… por supuesto tenía que ser Gonzalo. Y por último salió Alejandro, que nos cuenta el mismo que no salió antes porque se escondió ya que se estaba fenomenal ahí dentro.

Muy a menudo me preguntan que sentí cuando me enteré que estaba embarazada de trillizos y como fueron los primeros años. Y siempre muestro esta foto porque fue el principio de todo…

Era la primera revisión después de saber que estaba embarazada y nada más pasarme el ecógrafo la ginecóloga se quedó callada. Yo le pregunté que pasaba y entonces me dijo: míralo tú misma. Me giró la pantalla y vi esta imagen. Sobraron las palabras.

Juan estaba de viaje y cuando acabó la revisión le llamé, tal y como habíamos quedado, para comentarle como estaba todo (aunque no tenía muy claro cómo contarle que venían tres). Cuando descolgó y me preguntó si estaba todo bien le dije que si, pero le añadí que me había preguntado la ginecóloga que coche teníamos, lo cual le molestó un poco porque había salido de una reunión al ver mi llamada y creía que le estaba tomando el pelo, así que se lo solté de sopetón: son trillizos. Tardó unos meses en reaccionar pero en cuanto vi que estaba buscando coche sentí que empezaba a ser consciente de lo que se nos venía encima.

El embarazo fue pesado. Los primeros meses tuve muchas molestias y perdí bastante peso a causa de los vómitos. Una vez que eso pasó estuve unas semanas bien pero enseguida tuve que estar en reposo para evitar que se adelantase el parto ya que al estar en tres bolsas distintas el peso era el triple. Así que viví echada unos 4 meses pinchandome eparina a diario pero con la tranquilidad de que todo iba bien, que los niños iban creciendo y desarrollándose sin ningún problema lo cual me daba una gran paz interior y la sensación de estar viviendo algo mágico. Cada revisión traía noticias buenas y más tranquilidad. Los niños iban ganando peso e iban superando las semanas más críticas. Cuando me dijeron que tenía que estar en reposo, no tenía muy claro cómo iba a pasar los días pero con un teléfono cerca y un ordenador a mano estaba en contacto con todo el mundo y me permitió hacer casi todo lo que iba necesitando. Así llegué hasta la semana 36 en la que nacieron los peques con un peso fantástico y una salud de hierro por lo que desde el primer día estuvimos todos juntos en la habitación y yo, tras 4 largos meses ¡me pude levantar!

Una vez ya en casa los primeros meses fueron tan intensos como especiales, mágicos, auténticos e irrepetibles. Eran tan chiquitines que comían cada dos horas y dormíamos bastante poco pero todo merecía la pena. Los enfados estaban prohibidos y el cansancio era un estado habitual. Los peques compartían la cuna, el carrito… Los enrollábamos en mantitas como si fueran paquetitos y los colocábamos juntos ya que siempre habían estado así y sentíamos que estaban más tranquilos de este modo.

Y la verdad es que sigue siendo así ya que, a día de hoy, les sigue encantando dormir juntos, sentir el hombro del hermano mientras duerme, oír su respiración, sentir su pie … es una delicia verles y dormir todos juntos como sardinillas .

Cuando nacieron Juan tenía solo dos añitos pero siempre estuvo ahí ayudando, riendo, disfrutando de cada momento al mismo tiempo que tenia he lidiar con muchos lloros y tensión… claramente la llegada de sus hermanos le descolocó pero le ha hecho crecer en valores y principios.

A día de hoy son inseparables. No hay quien los pare. Su vínculo sobrepasa las uniones que podemos percibir. Cada uno de ellos es un regalo para el otro. Cada uno aporta algo al grupo y juntos forman el equipo perfecto.

Juegan, ríen, corren, cuentan chistes, se pelean, se reconcilian, … pero siempre están y estarán para compartir los maravillosos momentos que les queda por disfrutar de esta maravillosa vida.

Después de estos 7 años el balance no puede ser mejor: siento que soy muy afortunada por haber tenido la oportunidad de vivirlo y empaparme de esa energía que derrochan permitiéndome crecer como mujer, como madre, como persona.