Desde el mismo día que nace un hijo intentas cuidarle lo mejor posible, que no le falte de nada, enseñarle las cosas buenas y malas de la vida, a reír, a jugar, a disfrutar de cada día… Pero a toda esta imagen ideal inmortalizada en las cientos de fotos y vídeos que hacemos y luego compartimos en las redes sociales, en el whatsapp… hay que añadir esos momentos que no aparecen en ningún álbum donde están malitos y lloran, donde tienes que explicarle que hay cosas que no se pueden hacer, que están mal, …. y ese niño ideal, tan mono, con ese conjuntito que acaba de estrenar se enfada, se frustra, se tira al suelo y empiezan a hacer cosas que no hacían.
Ese momento puede descolocar bastante, y pueden vivirse largos periodos muy duros y cansados, así que es habitual empezar a preguntar a tu madre, a tus amigas, a comprar libros y buscar un método que lo resuelva, hasta que te das cuenta que es normal y que lo que te pasa a ti, lo,que le pasa al niño es parte de la vida de cualquiera. Y cada día que pasa consigues gestionarlo un poco mejor y poco a poco notas como vas relativizando las cosas y tu paciencia crece y a crece hasta límites que ni podías sospechar… Y un buen día te das cuenta que se ha conseguido ese equilibrio que buscabas (hasta el siguiente…).
Pero que haya que gestionarlo, que sea normal, no significa que no sea duro y muy cansado emocionalmente y que haya días que estés más cansado y aparezcan miles de dudas de si estás haciendo las cosas bien o mal. Porque ser un buen padre o una buena madre no consiste en darles de todo lo que quieren sino en escucharles cuando lo necesitan, prestarles atención, entender sus preocupaciones, darles herramientas para resolver sus problemas diarios, darles cariño, enseñarles a dar abrazos, a perdonar, a compartir, a ayudar a los demás, estar cerca del que aprende más lentamente, junto al que no le gustan las matemáticas o le aborrece leer,… estar siempre ahí …siempre para poder estar cuando lo necesiten.
Y de vez en cuando entre toda la locura de la logística diaria surgen días mágicos e inolvidables en esta preciosa aventura de ser padres: un abrazo, una sonrisa, una frase…. que vienen del cariño y amor verdadero de un niño.
El otro día fue uno de ellos: era un día cualquiera, sin nada especial, y recibí esta preciosa nota de uno de mis enanitos. Solo porque le apetecía (y eso que me ha aclarado que no le ha dado tiempo a pintarlo y ponerle el arco iris). Cuando la leí… no pude contener la emoción y las lágrimas porque después de un día intenso no hay mejor regalo que un mocoso te haya preparado una tarjeta para decirte lo importante que eres para él. ❤️
Tati.como con dos palabritas y un dibujo te pueden decir tanto! me ha conmovido 🙂 sencillamente precioso.
Me gustaMe gusta
La verdad es que si… ojalá nunca perdiéramos esta naturalidad de expresar nuestras emociones
Me gustaMe gusta