La vida está llena de obstáculos que muchas veces creemos que no somos capaces de superar. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, se pueden superar lo que ocurre es que nos cansamos a mitad camino.

Esta fábula nos enseña que si seguimos luchando, con paciencia y perseverancia, sin escuchar los comentarios negativos de otros, podremos lograr grandes cosas.

Fíjate lo que les pasa a estas ranitas…

Había una vez dos ranitas que cayeron en un recipiente de nata e inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían. Era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa.

Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil, solo conseguían chapotear en el mismo lugar y cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.

Una de ellas dijo en voz alta: “No puedo más. Es imposible salir de aquí. No se puede nadar en la nata. Ya que voy a morir, no veo porqué prolongar este sufrimiento y morir agotada por un esfuerzo inútil.” Dicho esto, dejó de patalear y se hundió.

La otra ranita, más persistente y tozuda, se dijo “Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, no quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora.” Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar sin avanzar ni un centimetro, durante horas y horas.

De repente, de tanto mover y batir las ancas, agitar y patalear, la nata poco a poco se fue espesando hasta convertirse en mantequilla. Sorprendida, la ranita dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente.

Desde alli, pudo regresar a casa croando alegremente.