El sábado pasado vino Juan y me preguntó si podía llevar a clase galletas por Halloween y, por supuesto, le dije que si.
Empezamos a buscar cortadores para galletas de murciélagos, calabazas, brujas… Compramos la «plastilina que se come» y una vez que tuvimos todo lo necesario, nos pusimos a hacer galletas.
El primer día sólo fueron calabazas:
Luego llegaron los fantasmitas, los murciélagos…
Todos ayudaron mucho a hacer las galletas y fueron bastantes ordenados¨(sólo hubo que cambiar la ropa jaja) y cuando todos estaban acostados me quede acabando los últimos detalles (las bolsitas, su cordoncito…)
Hoy Juan se ha ido todo orgulloso con sus galletitas al colegio para compartir con sus compañeros de clase.
Por mi parte, al llegar a la oficina ya han empezado a llegar los primeros dulces caseros (Gracias Carolina)
Nunca celebré Halloween cuando era pequeña. Para Todos los Santos comprábamos flores ibamos al cementerio a ver a los abuelos… pero parece que ahora no hay colegio ni niños que el día de antes no se disfrace y una semana antes ya empiezas a ver calabazas, fantasmas, arañas… decorando todos los escaparates. Personalmente no me parece mal aprovechar cualquier ocasión para divertirnos aunque la tradicción nos venga de fuera pero…sin perder las nuestras