Mi querido Juan,

Mil perdones por el retraso. Como te comenté la carta de abril venía llena de sorpresas y cuando me puse a escribir, me di cuenta que eran tantas y de tanta intensidad que ¡¡fíjate lo que he tardado en escribirla!!

La primera de todas y la gran sorpresa de abril es que hicimos el viaje a Londres que teníamos pendiente para ver el Big Ben. Tuvimos la suerte de ir juntos varias veces a Londres los últimos años, y después de las obras por fin conseguimos verlo sin andamios y pudimos hacernos la foto que tanto se había hecho esperar.

Como estaba pendiente de mi padre, que ahí anda el pobre aguantando estoicamente esta enfermedad tan cruel, el viaje fue algo improvisado y tuve que adaptarme a lo que había. Pero como tantas otras veces, aparecen sorpresas y cuando me puse a buscar alojamiento tuvimos la inmensa suerte de encontrar un apartamentito en la zona de Notting Hill. Era algo chiquitín pero ¡me encantó! Estaba en una zona residencial, con las típicas casas blanquitas con las puertas de colores, super tranquila y muy bien comunicada. Muy cerquita de donde nos quedamos la primera vez ¡no se como nos acercamos por allí!

Teníamos, en la calle de al lado el mercado de Portobello. Un mercado de lo más animado, con un montón de puestecillos y tiendas en las que perderse. Pasamos el primer día y me gustó tanto que cada vez que se terciaba  aprovechaba para bajar por esa calle hacia el centro. 

En general, los días en Londres fueron días de disfrutar de la ciudad, pasear por sus calles, ir a ver museos. Nos movimos mucho en autobús, lo que nos permitía no solamente movernos casi a cualquier sitio, sino también el disfrutar del trayecto. Y cada vez que nos subíamos a uno recordaba la primera vez que fuimos juntos a Londres. Nos recorrimos todo el centro andando ¡ya no recuerdo ni cuantos miles de pasos hicimos! Pero aún recuerdo el dolor de pies al terminar el día ¡menuda paliza! Y es que contigo la opción número uno siempre era ir andando, muy saludable si, pero quizás esa vez nos pasamos un pelín jajajaj

No lo tenía previsto, pero uno de los días comenté que podíamos intentar subir a la noria y claro ¡¡todos dijeron que si! En que momento abriría la boca. Cuando me puse a mirar precios, casi me da algo. No había calculado que éramos cinco y que nos salía por una pasta. Pero una vez más, no me digas como, acabé en una web en la que había para dos días más tarde, entradas al medio día a la mitad de precio. Y por supuesto que ¡subimos a la noria! Si, como lo oyes ¡con el vértigo que yo tengo! Es verdad que iba bastante lento y casi hasta que llegamos arriba podría decir que pude disfrutar del paisaje. Pero el último tramo hasta llegar al final no sabía ni donde mirar. ¡Menos más que que fue poquito! Pero ahí estaba yo convenciéndome a mi misma que era seguro.  Una vez arriba, mientras miraba desde la arriba la City, podía sentirte a mi lado, abrazándome, y como tantas veces pasaría durante el viaje, no pude evitar emocionarme. Y es cada viaje me hace estar especialmente sensible, porque es cuando más podíamos estar el uno con el otro, cuando podíamos compartir más tiempo juntos y cuando más disfrutábamos de nuestra preciosa familia.  Así que cada viaje, cada avión, cada autobús… tiene impregnado mucho de tí. 

Pero el viaje tenía para los chicos una sorpresa: Legoland. Fue un día precioso. El día salió despejado. Un precioso cielo azul intenso con un inusual sol radiante (estoy segura que algo tuviste que hacer tú por ahí) y estar en el parque fue un regalado. Había una zona al principio del recorrido que era un miniland, con recreaciones de ciudades hechas con piezas de lego. Entonces me acordé de tu viajes a Dinamarca, de las historias que nos contabas y del juego de bolígrafos que compraste a los niños de regalo que se sujetaban entre ellos como piezas de Lego.  Podía sentirte detrás de cada gran construcción, detrás de los niños explicándoles como se había hecho, como funcionaba cada maqueta, y sonreía imaginándomelo mientras alguna lagrimilla recorría mis mejillas.

Por supuestisimo, de vuelta en Londres, volvimos al museo de Historia Natural y esperando para entrar encontramos una pareja de daneses encantadores con lo que estuve hablando e intercanbiando Tips de Londres. No se como acabé contándoles todo lo que me habías contado en tu viaje a Dinamarca, bueno si, ya sabes no cayo ni debajo del agua. 

Al fina del viaje, mientras los peques estaban probando un juego de coches en Hamlets, no se por qué, pero me puse a repasar fotos tuyas. Muchas veces siento que estas a mi lado, aunque no te pueda ver y ver las fotos, me recuerdan como me sentía estando a tu lado. Entonces me puse a llorar, porque me fastidiaba no haber vuelto, tal y como habíamos planeado. Y no poder hacerlo por obligación, porque la vida así lo había decidido por nosotros. Ale y Gon, que estaban cerca se dieron cuenta y enseguida me dieron un abrazo. Siento que los últimos veinte años han sido un regalo y estos cuatro hijos que tenemos son otro regalazo porque nos permite cuidarnos mucho los cinco y siempre que uno cae, ahí siempre encuentra alguien en el que apoyarse, lo cual es muy reconfortante. 

Cuando salimos, Gon se acercó, y entonces empezó a llorar. Me miró y me dijo: “mamá, me hubiera gustado hacer esta viaje con papá”. Me encantó que me lo dijera, que lo expresara porque desde que te fuiste uno de mis objetivos es que los niños se permitan hablar de tí. Al principio no querían, digo que era demasiado doloroso. Pero poco a poco van haciendolo muchas veces entre lágrimas y otras con una naturalidad y un cariño increíble. Digo que será parte del proceso. Así que le dije que estabas siempre y estarías siempre a nuestro lado, en nuestro corazón. Y aunque no podamos verte, nos cuidas como siempre has hecho.

Y es que aunque lo aceptamos, seguimos adelante, nos reímos, somos felices y disfrutamos de la vida, unas veces de forma mas intensa que otras sentimos que es una mierda y que nos encantaría darle a un botón y que estuvieras ahí mismo para darte un abrazo, para que nos dijeras que el Wafle con nutela es una guarrada, que en vez de coger el autobús fuéramos andando, que el apartamento aunque chiquitín es una monada porque lo he elegido yo, y que aunque me equivoque al cargar la oyster, no pasa nada porque sólo se equivoca el que hace las cosas. 

Para mitad de mes en el cole organizaron la tradicional carrera solidaria. Y, para mi sorpresa, todos corrieron fenomenal. Yo fui a verles y no hubo ningún incidente. Estaba tan acostumbrada a que pasaran cosas a lo largo de la carrera que no me lo podía ni creer. El día era muy agradable, así que aproveché para estar con las mamis, ponerme al día, saludar a los profes….

Otro día Gemita y yo nos fuimos a IFEMA al salón del gourmet. ¡Cómo nos lo pasamos! Fue super divertido, probamos cosas riquisimas, y nos volvimos a casa con un montón de contactos por si queremos montar algo.

También fueron las olimpiadas municipales. Este año Gon volvió a conseguir medalla de plata en esgrima. Si, increíble. No entendemos muy bien como lo hace pero es un crac. Y el resto, no consiguieron medalla pero participaron en varias competiciones de deportes que les gustaban e hicieron muy buenos tiempos. La pobre Tati, como es buena en casi todos los deportes, en un mismo día tenía tres competiciones y casi la tengo que recoger con una pala. Y Juan, que estaba en salto de longitud y baloncesto, en cuanto terminó se fue a una pista que estaba libre y ahí estuvo tirando tiros. Dice Andrés que los chicos llegáis a una edad en la que os enfocáis en algo. Pues ya veo el foco de uno donde esta. 

Y para terminar el mes… ¡¡las fiestas del pueblo!! Hacía tiempo que no nos habíamos quedado a las fiestas porque como siempre había puente pues solíamos aprovechar para irnos de viaje,. Y entre eso y la pandemia… pues claro ni recordábamos la última vez que habíamos ido. Cogimos el programa de las fiestas y marcamos las cosas que mas nos apetecía. Pero… ¡¡no veas cuanta gente había!! El día de la paella a las 10:30 ya había gente en la fila. Vamos… que al final abortamos la misión y simplemente nos fuimos a los dos conciertos que había. Era gracioso porque los niños casi ni se movían. Mira que no paran en casa, pues fue llegar allí y como columnas mientras las madres no parábamos de saltar como locas jaja ja

Sobre los peques, Juan está convirtiéndose en un adolescente maravilloso. Me divierte verle como va encontrando su lugar. Ahora mismo todas sus energías están puestas en el baloncesto. Le permite estar en forma, hacer ejercicio diario, establecer un grupo muy majo de amigos. Pero sobre todo el deporte le está ayudando a canalizar su energía, su estrés y tener un foco. Como sabes que le gusta analizar las cosas (¿a quien habrá salido?), analiza los tiros que no acaba de controlar y se graba para mejorar los fallos, intentando poner lógica al tiro. Cualquier día me saca un trozo de papel y un boli y se pone a hacer cálculos. Así que no se si es un crack o un friki jajajaj. Y por supuesto, si no era suficiente con estar enganchados a la F1, también estamos a los partidos de la NBA… Pero ¡todo sea por el deporte!

Tatianita nuestra patis-larguis sigue creciendo. Ha dado un estirón y ahora parece más gemela de Juan que trilliza de sus hermanos. Además ya empieza a pasar más tiempo en su habitación para arreglase, peinarse… ¡¡incluido me maquilla!!  Sigue durmiendo la que más, y si no la despiertas, el récord lo tiene en despertarse a las doce. ¡No está nada mal! 

Alejandro sigue teniendo esa magia que siempre ha tenido. Le apasionan los bichos, los minerales… Sigue muy pendiente de mí, se queda conmigo hasta que apago todas las luces y me dice cinco o seis veces buenas noches antes de cerrar los ojos y dejarse llevar hasta el mundo de los sueños. Así que hemos decidido que el resto hacemos también lo mismo y así nos pasamos media hora diciéndonos “Buenas noches, te quiero”, levantándonos y acostándonos hasta que hemos pasado por todas las habitaciones varias veces. Pero ya está algo más tranquilo, juega con sus hermanos  y ya puedo salir incluso a hacer algún recadillo sin estresarse. 

Gonzalo sigue tan risueño, hablador y divertido como siempre. Juega mucho con Juan al que ve como un ejemplo y un referente. Y al mismo tiempo comparte mucho tiempo con Alejandro y los dos tienen una complicidad mayor. En baloncesto sigue disfrutando muchísimo e intenta seguir los pasos de su hermano. Han hecho un grupo de baloncesto muy majo, así que ya sabes como paso los sábados por la mañana. 

En general se llevan muy bien entre los cuatro, y van enfocando en las fortalezas de cada uno. En eso soy muy pesada y saco todas mis herramientas de coach para hacer que saquen lo mejor de ellos mismos, del entorno y de la vida. 

Somos felices, vamos añadiendo nuevos momentos los cinco juntos y me dedico en cuerpo y alma a que los niños sean felices, porque tiene que ser así, y porque te lo prometí. Pero como te avisé te echamos de menos y te echaremos siempre de menos porque no queríamos que te fueras, nos gustaba sentirte a nuestro lado, abrazarte, escucharte, sentirte.

Bueno, y este ha sido mi mes de abril. Un mes en el que hemos compartido mucho y he disfrutado de cada día como el regalo que es, siendo consciente y aceptando que hoy estoy aquí y que cada día cuenta. Del futuro ya se verá lo que nos depara.

Te mando un beso de todos, te queremos infinito

Tatiana