Hola Juan,
Hace ya unas semanas que te fuiste de viaje y sin embargo es raro, porque es como si estuvieras aquí:
– Abro los ojos cada mañana y te encuentro en los primeros rayos de sol, en ese amanecer que tanto te gustaba disfrutar y sonrío
– Entonces salgo a escuchar a los pájaros alborotados, piando con ese precioso rojo anaranjado en el cielo, y sonrío
– Voy a desayunar, miro la hora son las 9 y puedo oírte diciendo “menudas horas de desayunar son estas” y sonrío.
– Paseo por la casa y veo ese grifo que giraste para que no lo tocaran los peques, la puerta que no cierra y que teníamos pendiente de arreglar, la hormiga exploradora en busca de comida… y sonrío.
– Me cruzo con los niños y cada uno hace o dice algo muy de ti, y sonrío.
Y así paso los días, sonriendo, recordándote, llorando y sintiéndote a mi lado. Dando gracias a Dios porque nuestras vidas se cruzasen, porque nos enamorásemos, porque nos casáramos convencidos de que juntos seríamos mejores, que el uno complementaba al otro y con el tiempo uno fue haciéndose parte del otro. Gracias porque formásemos esta preciosa familia y que juntos, como una piña, hiciéramos todo lo que nos pusiera la vida en el camino compartiendo casimedia vida juntos.
Ahora llega el mayor de los retos, que es seguir viviendo de otra forma, separados, dejar de vernos, de oírnos… pero para mí, nada ha cambiado. Mi amor y admiración a ti es la misma, hablo de tí constantemente y muchas veces te cuento las cosas como si estuvieras a mi lado. Siempre te ha gustado vernos sonreír, siempre intentaste protegernos para que no nos preocupáramos.
Y como te prometí somos felices, pero como te avisé te echamos mucho de menos y de vez en cuando lloramos porque anhelamos tenerte al lado. Ninguno de los seis queríamos que te fueras tan pronto, pero el tiempo que estuvimos lo aprovechamos.
A lo largo de los últimos meses me invadía el miedo a perderte. Cuando lo acepté, entonces sentí mi miedo más profundo: miedo a estar sola, a no tener tu mano a mi lado, a perder la serenidad, la seguridad, la protección y el calor que me dabas, a no tener ese hombro donde llorar, esos brazos que me sujetasen. Y aunque echo de menos no tenerte físicamente, levantarme y darte un beso, un abrazo… el miedo se fue, porque desde que te fuiste te siento cerca cada segundo, simplemente no estás a mi vista, pero sigues en mi pensamiento y en mi corazón constantemente, y ahora sé que siempre lo estarás, que estas presente en todo lo que hago, en todo lo que pienso y en todo lo que digo. Y que volveré a verte en unos años.
Sin embargo, ahora aun me quedan cosas por aquí. Los niños son pequeños y tengo que asegurarme que sigan el camino que habíamos trazado, que sean buenas personas, que tengan el juicio para tomar buenas decisiones y que puedan volar por sí mismos sin sentirse nunca solos.
Gracias Juan por tanto, te quiero infinito. Tatiana
Precioso, precioso, no esperaba menos de ti. Tu corazón rebosa de amor y tranquilidad, sigue así, tienes 4 hermosísimas razones para tu. Siempre a tu lado con todo mi corazón. Papa
Me gustaMe gusta
Me acuerdo muy a menudo de ti Tatiana; de lo fuerte que eres y de lo bien que estás sobrellevando a pesar del dolor la pérdida de Juan . Un beso muy fuerte.
Me gustaMe gusta
Eres ❤️😘
Me gustaMe gusta