No me puedo creer aun que mañana sea 8 de julio y cumpla ya 45 años ¡si me siento como si fueran 30! Pero, es verdad que no puedo olvidar todo lo que han pasado durante todos estos años y aunque el número me asuste un poco, miro alrededor, hecho la vista atrás y están súper vividos. Tengo que reconocer que cada época ha sido especial y todas ellas maravillosas. Recuerdo mi infancia con ternura y mucha alegría, mi adolescencia con grandes emociones y pasiones, luego llegarían los veinte, los treinta, los cuarenta… y es difícil quedarse con un año, con una década o con un instante de mi vida. Pero lo que sí que no puedo negar, es que estos últimos 10 años han sido increíbles.

Es un tópico decir que ser madre te cambia la vida, porque no a todos cambia por igual, no de la misma forma: unos lo ven como una época de madurez, otros de pérdida de la libertad, otros de freno en su vida laboral, otros una época en la que dejar de hacer «tus» cosas… he oído de todo. Pero para mi es simplemente maravilloso. Es el camino que te permite aprender a amar incondicionalmente, a tener templanza y grandes dosis de paciencia, a ver la vida desde otra perspectiva. Es difícil resumir en pocas palabras la grandeza de ser madre pero a mi me fascina el hecho de crear vida, de acompañar a tus hijos en el día a día, de aconsejarles, de estar a su lado cuando lo necesitan… y aunque exige de mucha energía y dedicación, para mi, no hay nada que lo supere.

Y tan es así que durante estos años he descubierto que el estado que me genera mayor calma es el tener un bebe en brazos, sentir su cuerpecito entre mis brazo y notar el latido de su corazón, su calor, cada respiración y como se van calmando con cada balanceo de mi brazos.  He tenido la enorme suerte y bendición de tener 4 hijos a los que no me canse de abrazarles, achucharles, tenerles entre mis brazos, dormir con ellos… Si alguna vez escucháis que no es bueno, que se malcría… ¡ni caso! No hay mejor regalo para los dos que poder pasar en tiempo juntos, abrazados, calmándonos mutuamente. Y aprovechadlo porque el tiempo pasa y no se puede rebobinar.

Así que llego a los 45 feliz, con salud (y que no falte), con la suerte de tener una familia maravillosa y disfrutando de las cosas que más me gusta con la serenidad y tranquilidad de permitirme dejar a un lado las cosas que no son importantes. Porque con el tiempo aprendí que no merece la pena perder el poco tiempo del que disponemos.

Feliz lunes y muchas gracias por vuestro cariño