Bueno, tras un maravilloso parón en la rutina, volvemos a ella pero habiendo disfrutado de todos estos días de Semana Santa con grandes e intensos momentos para el recuerdo.
Intentando cambiar de aires, nos fuimos a Almería con mi padre. Un gran abuelo, muy divertido que si bien ha disfrutado mucho de sus nietos, ha acabado con el correspondiente cansancio de la invasión de su hija&cía y el ya tradicional catarro que suelen contagiar los trillizos a su paso, como “recuerdo de la casa” sea la época del año que sea (también te pueden dejar algo más especial como una gastroenteritis o una mononucleosis, son así de generosos)
Y es que durante estos días no hemos parado:
Juan trabajaba de lunes a miércoles por lo que se vino con nosotros y se volvió a Madrid. Así que el primer gran momento de las fiestas fue la visita al aeropuerto de Almería. Como muchos de los aeropuertos de España, era bastante grande y con poca gente por lo que decidieron convertirla en una pista de carreras. En una de las esquinas había una exposición de aves, que fuimos a ver pensando que sería una buena forma de mantenerlos entretenidos ¡error!, se apoyaron en una de las vitrinas y casi se cae encima de un niño. Además había unos prismáticos colocados en unos paneles de cartón que permitían ver unas imágenes que no se podían ver salvo que los mantuvieras en el aire durante unos segundos pero claro los sujetábamos y los paneles se movían. Con todo esto… a los 10 minutos ya teníamos al responsable de seguridad acercándose a nosotros. Decidimos despedirnos rápidos y dejar el aeropuerto “volando”.
Conseguimos salir vivos del aeropuerto y al día siguiente nos fuimos a uno de los parques que conservan los escenarios de los westerns donde pudimos ver una pelea entre ladrones, nos subimos a los caballos, al fuerte, vimos un espectáculo de papagayo en el que eligieron a Juan como voluntario y vimos a los animales que tienen en la reserva zoológica, eso sí… en el mini tren que ya nos conocíamos las subiditas y bajaditas y después de un día entero ya no había piernas ni ánimo para caminar más. Sin embargo, parece que Alejandro le sobraba aún algo de energía y en cuanto dejamos el tren e íbamos a empezar a bajar la pendiente que te lleva de regreso al parque… salió disparado, como alma que lleva el diablo. Era como una bolita corriendo. Intenté salir a cogerle pero se me resbalaban las zapatillas, porque la pendiente era considerable y llevaba el carro gemelar que pesa lo suyo, así que mandamos a Juan a por él y cuando nos quisimos dar cuenta iban Alejandro, Juan, Gonzalo, Tatiana a la carrera y madre y abuelito intentando pillarles. La gente se partía de la risa, y eso que yo no le encontraba nada la gracia jajaja.
Otro día fuimos al Acuarium de Roquetas. Es un Acuarium pequeñín, por lo que se hace ideal para verlos con niños porque tienes una pequeña representación de animales y no se hace pesado: tiene una zona de peces de río y otra de mar. Tiene a la familia “nemo”, fundamental con niños, a un par de tiburones y mantas raya que puedes tocar. Cada media hora tienen una actividad: o dar de alimentar a algún grupo de animales o charla. Así que es un sitio perfecto para pasar la mañana.
Por la tarde solíamos ir a unas ferias que había cerca de casa y que tenían un sitio para saltar en el que te colocaban un arnés y podías subir hasta el ¡¡cielo!! Donde Juan intentaba subir a todos horas y algún que otro sitio de hinchables donde los peques conseguíamos que se desfogaran un poquito.
Una de las últimas actividades fue la visita al cine (primera visita para Tatiana, Gonzalo y Alejnandro). No sé cómo pensamos que sería una estupenda idea pasar una tarde de cine y nos fuimos toooooodos a ver Rio2. La llegada la hicimos de forma ordenada, pero a los 45 minutos ya se habían tomado todas las palomitas, los chupa chups estaban ya pegados por alguna que otra cabeza, y parecía que íbamos a tener que salir en cuestión de segundo. Pero como por arte de magia, volvieron a concentrarse y al final ¡¡conseguimos ver la película entera!!
Como no podía faltar… fuimos a la playa, los días que no soplaba mucho aire, y disfrutaron de lo lindo con las olitas en la orilla. De forma bastante ordenada y sin separase mucho entraban y salían. Así que un gran paso desde el verano pasado.
Eso sí, he conseguido ratitos para poder seguir las procesiones del “Descendimiento” que este año hace 75 años gracias a mi familia, amigos, facebook a través de los cuales he podido ver fotos, escuchar alguna lágrima, alguna marcha… Especialmente emocionante y mágico a la distancia.
Hoy hemos vuelvo. La idea fue salir prontito, a las 8:00, para no coger mucho atasco y hemos tardado más que nunca ¡¡8 horas!! Con una estrategia inicial a dos paradas, conseguimos hacer la primera parada tarde, aprovechando que dormían y que no conseguíamos ninguna estación de servicio medianamente decente. Pero luego hemos cogido una serie de atascos de los que hacen historia y el viaje ha acabo siendo interminable. Pero por fin llegamos a casa y ¡¡de día!!
El resumen de las vacaciones podría decir que ha sido un divertido y agotador cambio de aires para recordar hoy y siempre.
Espero que todos hayáis disfrutado de estos días
Un beso enorme y feliz vuelta al trabajo
(Shhhhhhhhhhhhh a dormir)